Ay, verano y mantener la línea, conceptos del todo incompatibles, a muchos les quitará el sueño, a mí no. La operación bikini quedó atrás hace semanas, ahora no es más que el borroso recuerdo de unos días en los que tratamos sin éxito de moderar la ingesta de pan, refresco o cerveza para desinflar nuestros curvilíneos contornos y adaptarlos a la ropa de verano del año pasado, ilusos. Menos mal que los atracones lúdicos no se reflejan en la cinta métrica y para ellos no hay que tener mesura.
Y para una pantagruélica zampada jugona nada como empezar con un estreno, uno sin grandes complicaciones para no embotar el cerebro desde el principio, algo más o menos ligero. Usamos Bohnanza para este fin como aperitivo de una sesión de juego ininterrumpido de más de cinco horas. Lo primero que sorprende de Bohnanza es el autor, el mismísimo Uwe Rossemberg, sí, el de Agrícola, Le Havre o Mercator. Seguramente este sea su juego más ligero, que todo sea dicho de paso ha exprimido hasta la saciedad porque anda que no hay variaciones del susodicho Bohnanza con diferentes temas pegados. En el juego propiamente dicho interpretamos el papel de labradores de judías en competencia directa con nuestros oponentes por convertirnos en los agricultores más adinerados de la mesa cuando termine la partida. La mecánica del juego es muy sencilla, el juego funciona sólo con cartas y los turnos son bastante rápidos. Donde más tiempo se pierde es en la fase de negociación porque en Bohnanza, lo que hay hasta que te cansas es eso, negociación. La interacción entre jugadores es exclusivamente el intercambio/trueque de judías: yo te doy esta y tú me das aquella, dono una Hippy Judía ¿alguien la quiere?, presionar y no aceptar esos cambios hasta que sean más provechosos para ti que perjudiciales para tu oponente es la clave. El juego es básicamente un tira y afloja continuo que requiere que los jugadores se impliquen para que funcione y sea divertido. Como muy primera impresión, ¿quizás un poco largo?.
Primer plato, un par de partidas a TransEuropa con la expansión Vexation de la que os hablé aquí. Un juego muy sencillo, de partidas cortas y que con cuatro jugadores, como lo jugamos, me parece el número perfecto. Con TransEuropa (y TransAmérica) hay que tener cuidado porque mientras juegan los demás tu no haces nada, esto propicia entre-turnos bastante largos si son muchos participantes (hasta 6). No fue el caso ya que las partidas se desarrollaron bastante rápido a cuatro. Una cosa de la que no me había percatado hasta ayer es que, con la expansión, parece que al final de cada ronda se penaliza más a los que no hayan completado sus rutas ya que conectar con las ciudades que te faltan es más complicado, debido a las vías exclusivas de los oponentes. Lo que quiero decir es que al término de una ronda sin expansión todos los jugadores quedan a unas 1-4 vías de sus objetivos, muy ajustado. Con Vexation, la expansión, llegamos a puntuar hasta -9 al final de la ronda, algo inédito en mis anteriores experiencias con TransEuropa. Esto implica que las partidas no duran más allá de dos o tres rondas y el juego se hace más rápido, más filler, para mí mejor.
Dispusimos el plato fuerte en la mesa, había hambre lúdica y la saciamos con Rheinländer. Traté de no extenderme mucho en la explicación pero reconozco que Rheinländer tiene un par de puntos en sus reglas que hay que aclarar bien antes de comenzar una partida. Por una parte es importante que quede bien claro como funcionan los castillos que me parece la parte más compleja del juego. La regla que un castillo recién incorporado a un ducado se reclama primero por el duque actual y luego se resuelven las mayorías no es, a priori, demasiado intuitiva, como tampoco lo es que un castillo no sirva para reforzar o que si se convierte al caballero en la casilla numerada del castillo el castillo no se convierta también. Muchos pequeños detalles. Otra cosa con su aquel es el asunto de cuándo puede colocarse un caballero en el río y unir los ducados en ambas orillas. Por último aclaré las conversiones y que un ducado es cualquier consecución de dos o más caballeros, no importa el color que tengan. Después de todas las aclaracione empezamos con las hostilidades. Lo bueno de Rheinländer es la interacción tan directa entre jugadores, los conflictos son irremediables e ineludibles y eso mola. E igual de estratégico es el ataque como la defensa, poner un buen bastión en el momento justo y en el lugar adecuado es clave para desmontar cualquier ataque. El juego gustó mucho y me dejó de nuevo grandes impresiones, a mi personalmente me agrada bastante.
Para terminar, como postre, nos metimos en las corrientes y empujones de Flussfieber de Friedemann Friese. Hacía tiempo que no veía mesa este sencillo juego de carreras de troncos. Una de las cosas que cobra mayor importancia en Flussfieber, determinante para la diversión, es el recorrido (río) que montes al inicio de la partida. El juego contiene seis tableros de doble cara para la composición de dicho recorrido de, normalmente, dos tableros. El caso es que si los tableros elegidos tienen pocas corrientes o pocos troncos puede dar como resultado una partida anodina, sin ritmo y poco puteo. En cambio si elegimos tableros con corrientes largas, mucho tronco y mucha piedra los embotellamientos, empujones maliciosos y bloqueos están garantizados dando mucha más vidilla y giros inesperados al desarrollo de la partida.
Y eso fue todo, un tarde de verano colmada de juegos, una tarde ideal en la que ninguno acabó empachado.
5 comentarios:
Muy chulas vuestras sesiones, como siempre. Aunque me gustan mucho las reseñas, la verdad es que las explicaciones de sesión me gustan más.
Muchas gracias M G, la verdad es que hacía tiempo que no plasmábamos alguna sesión de juego. Se mete uno en la vorágine del afán informativo de reseñas e impresiones y se olvida la esencia de como empezó todo esto, jugando xD.
Prometo no olvidarme de ellas de nuevo.
A mí el Flussfieber no me gustó nada de nada; y eso que yo iba bien situado, pero había un par de jugadores embotellados y había aburrimiento general. Pero como dices el tablero hace mucho; hay que darle otra oportunidad.
El Trans me parece una pequeña maravilla; rapido de jugar y fácil de aprender.
Y el Rheinlander pese a que al principio no me gustó, ahora me gusta mucho y me parece muy divertido, sobre todo por el puteo que comentas.
Un saludo!
Gran sesión de vicio sin duda. Coincido contigo en que el Bonhanza, pese a que me gusta, se me hace largo.
El Trans es una maravilla, y con Vexation ciertamente gana bastante en perrerío.
Del Rhein, qué decir? si es q lo adoro! Para mí no es complicado de explicar, si acaso, el tema de cómo le quitas a fulanito la propiedad de un ducado (ya sea agrandándolo o uniendo 2) sí que provoca dudas a veces, pero (casi) todo el mundo lo ha pillao mu rápido.
El Flussfieber es un juego que me gustó bastante (de hecho lo compré por vosotros ;D). Las posibilidades de los tablerillos son un punto, al haber tantos, pero como dices tb hay riesgos de que salga una partida rana. El caso es que jugándolo en Málaga con Lethan y cía no cuajó, pero es que ocurrio lo de un trazado chunguillo (eso y que algunos no estaban por la labor de jugar). Con otro grupo jugón el juego ha gustao mucho, casi tanto como el Ave Caesar, por compararlo con otro de carreras.
Un saludo!
Lo de Bohnanza fue una muy primera impresión a 4 jugadores pero para lo que ofrece y lo que es se me hizo un pelín repetitivo y largo con tanta negociación.
La verdad es que los compañeros de esta sesión que cuento no eran nada jugones, igual por eso les costó un poco más pillar los pormenores del Rhein. También es verdad que yo era novato en el juego y en explicarlo, eso influye xD.
Con el Fluss cada vez tengo más claro que si se quiere acción hay que meter un trazado de esos de locura con corrientes que te ponen prácticamente al principio del tablero en un instante y troncos por todas partes. Lo bueno del trazado configurable es que puedes sacar el juego con niños en un río con aguas tranquilas y con adultos en un río colmado de rápidos y corrientes chungas, juego de carreras familiar para todas las edades.
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