20 febrero 2011

De Locos

Fíjate que no estaba yo muy por la labor de escribir hoy en el blog, pero resulta que me he dado cuenta que esto es como un psicólogo al que puedo acudir y contarle todo lo que se me ocurre, siempre del mundo lúdico claro, porque bastantes cosas tendréis ya en la cabeza como para encima soportar mis desvaríos sobre otros temas.

Ahora es cuando muchos estarán pensando ¿a ver al loco este que se le ha ocurrido hoy? y se encuentran más cerca de la respuesta que de la pregunta porque hoy me apetece escribir sobre la locura  en los juegos de mesa (y ahora es cuando los que no se preguntaron nada se habrán echado a templar).

El caso es que después de la partida a Ciudad de Ladrones que os comenté aquí he pensado bastante en el azar, el caos y lo que he dado en llamar "la fiesta nacional del dado y la suerte loca". Juegos en los que el azar es absolutamente determinante y que el control -más bien descontrol- de las piezas por los jugadores está absolutamente limitado, o condicionado, por los dados u otras fuentes de resultados aleatorios. Ya puedes planear la estrategia ganadora más resolutiva que si la muñeca no te acompaña o tienes la "mano torcida" vas tener tantas posibilidades de ejecutarla como de planear tu siguiente turno jugando a la Oca. Os cuento mi opinión, os guste o no.

Personalmente establezco tres posibles grados extremos de azar, aunque de uno a otro hay muchos puntos intermedios y matices:

-Azar puro, más conocidos por mí con el sobrenombre de "fiesta nacional del dado y la suerte loca" o "juegos de enajenación lúdica".
Son aquellos juegos en los que tu control sobre el tablero, tus piezas o acciones es de limitado, en el mejor de los casos, a nulo, el el peor. Juegos donde muy difícilmente aparece el temido análisis-parálisis del que os hablé aquí ya que planear un turno es tiempo perdido porque el caos y la locura son los dueños de la mesa. 
Un ejemplo extremo de este tipo de juegos es la citada Oca: lanzo dado, muevo y rezo para caer en una oca. Juegos que pueden estar bien para unas partidas pero que no me parecen un reto, que es lo que busco en los juegos de mesa, sino un divertimento y la experiencia más cercana que conozco a la enajenación mental -en su vertiente lúdica- porque aún estando en la mesa casi no eres tú el que juegas. 

-Azar controlado, o como leí por alguna parte "cuando son dados pero no son dados".
En este tipo de juegos el azar viene determinado, normalmente, por el lanzamiento de dados o el robo de cartas, pero los valores del resultado son modificables o sus efectos atenuables con diferentes mecánicas implementadas en el propio juego. Cuidado porque según que juegos y/o jugadores puede aparecer cierto análisis-parálisis. Este tipo de juegos es el que más me atrae porque suelen encajar bien con todo tipo de jugadores y las partidas, siendo ágiles, te permiten ser dueño de tus actos. El azar está ahí, como en la vida misma, pero a la larga no es tan determinante, ni por asomo, como en los "juegos de enajenación lúdica". Podría poner al Dominó como un buen ejemplo, para mi, de juegos con azar controlado.

-Azar nulo, a los que yo llamo cariñosamente "juegos deterministas". Cuidado con estos juegos porque como te topes con el jugador equivocado vas a tener los turnos más largos que has sufrido en tu vida. Son juegos que se ajustan como anillo al dedo para jugadores propensos al análisis-parálisis, pueden preverlo todo, o más bien quieren, haciendo cientos de cábalas antes de pasar el turno, lo que se hará insufrible para el resto. Evidentemente por todo lo dicho anteriormente suelen ser juegos de larga duración, hasta con los jugadores más rápidos, porque como todo está sobre la mesa queda claro que si quieres ser competitivo vas a tener que pensar, mucho o poco, y pensar siempre ralentiza la partida. Juego ideal para jugadores de mentes equilibradas, lúdicamente hablando, porque los movimientos alocados suelen llevar a perder la partida. El ajedrez es ejemplo claro de este tipo de juegos.

Bueno, pues ya me he desahogado. Yo, como bien sabéis ya, no le hago ascos a ninguno de los tres tipos de juegos, pero he notado que disfruto más en aquellos donde un pequeño factor azar (controlado o no) da cierta incertidumbre a la partida sin llegar a decidir quien gana.

¿Y tu?, ¿con cuál de los tres tipos disfrutas más?.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo estoy contigo. Me gusta que el azar juegue un poco (sería como un tercer jugador de ideas descontroladas) pero que los actos que realizas tengan sentido en la partida, y te lleven a un objetivo. Ejemplo de estos, casi todos los roba-cartas (llámalo magic, pero hay cienes) donde tu estrategia se influye del pequeño factor suerte de las cartas. O el rattus, o... cienes. Cualquiera que necesites robar de una pila escondida. Pero lo bueno es que ese azar está controlado.
Me ha gustado tu ida de cabeza.

Lethan dijo...

A mi me gustan los tres tipos, pero prefiero aquellos con azar nulo, como el Caylus ;D

Eso sí, lo que no aguanto es un juego excesivamente azaroso que te dure demasiado; el azar me gusta, pero para un ratito de 15 minutos.

Neiban dijo...

Pues tb me gustan los 3 tipos, aunque quizá tenga un poquillo más de predilección por aquellos q tienen "azar controlado" como tú los llamas. Es que personalmente, de ese 2º grupo yo haría por lo menos dos o tres subgrupos, y habría uno de ellos en los que se encuentran la mayoría de los juegos que más me gustan.
No obstante, creo q el grado en que aceptas/flipas con el azar de los juegos lo marca, como casi todo, el grupo de juego. Con algunos jugar a "la oca" puede ser la bomba, y con otros exactamente lo contrario.

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