Reconozco que estamos enganchados al juego de los robots sin frenos, ya sabéis, Ricochet Robots. Es fantástico sacarlo a la mesa y estar jugando en un minuto porque no requiere casi preparación y lo hace ideal para jugar esa partidita antes de acostarse a dormir cuando llegas con ganas de tomarte la última copa en casa.
El sábado cenamos en el Mirador de la Noria -increíble la cena, el vino y las copas de después- y recomiendo no perderse sus tostas -todas están buenas- y los huevos estrellados con langostinos o las croquetas, uff que babeo. Lo mejor, junto al precio, es que bajo el restaurante -situado en la primera planta- está el bar de copas con buena música a un volumen que te permíte mantener una conversación sin perder la voz. Creo que hablo por boca de los seis que estuvimos allí si digo que nos lo pasamos de lujo y que repetiremos sí o sí.
Lo reseñable lúdicamente hablando fue que cuando llegamos a casa Belén y yo con nuestro "contento" que nos dio el arrebato y montamos en un periquete a nuestro querido Ricochet Robots. Sacamos la mistela de Godelleta que Belén trajo de su última visita a tierras valencianas, hicimos un buen bol de palomitas -que ya sabemos que el bebercio da hambre- y nos retamos al duelo mental con robots de por medio. Disfrutamos como enanos y se dieron situaciones muy divertidas -lo tengo en 13 movimientos, yo en 5, ¿pero cómo co#o puede ser?. Joer pues es cierto, que difícil lo hice- y tras la primera partida, todavía con ganas de más, seguimos con una segunda, que por cansancio infinito y bajo rendimiento mental ya no pudimos acabar. A la camita a dormir como lirones a soñar con robots buscando estrellas amarillas y planetas verdes en un almacén.
LudopÁticoS: Maskleto y Belén
Jugamos a:
Ricochet Robots (1 1/2 Partidas)
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