LudopÁticoS: Maskleto, Yak y Fran
Jugamos a:
Titan The Arena (3 Partidas)
Dead End (1 Partidas)
Anotaciones de Yak:
Este viernes
ha sido una jornada muy suave para los ludopáticos donde hemos podido probar
dos juegos de cartas que se merecían tener una oportunidad. Las sensaciones que
nos han dado los dos juegos han sido un tanto peculiares e imprevistas. Por un
lado el Dead End, que ya probamos en una ocasión, y por otro el Titan:
The Arena, ambos con mecánicas y temáticas muy distintas.
El primero era
un viejo conocido y sabíamos del pie que cojeaba, aunque teníamos la esperanza
de que en esta segunda oportunidad fuese mejor. El resultado fue decepcionante,
demasiado azar y gran desequilibrio, siendo casi misión imposible remontar a no
ser que otro jugador te conceda esa oportunidad. Es el típico juego de
supervivencia de zombis, pero con la salvedad de que si los jugadores mueren se
convierten precisamente en los muertos que tenemos que evitar. Y, francamente,
es mucho más fácil jugar siendo zombi, ya que los puteos que se pueden realizar
los jugadores entre ellos son abusivos, y no digamos ya si hay alguna alianza
entre jugadores. Las instrucciones siguen siendo liosas y hay ciertas partes
del mecanismo que chirrían, sobre todo en lo referente al aforo de las
localizaciones, que convierte el juego en un mero análisis numérico de los
turnos. Por otro lado, eso de quedarse sin cartas sigue sin quedar del todo
resuelto, puede llegar el caso de que un jugador sea incapaz de rellenar su
mano de nuevo, lo que es un punto negro difícil de solucionar. En definitiva,
el juego tiene una presentación y una temática muy elaborada, pero no acaba de
estar del todo bien, quizá con algunos arreglos mejorase y, aún así, en
partidas con jugadores impares se hace muy farragoso. La sensación que queda es
que dura demasiado para la escasa diversión que ofrece, tendría que ser mucho
más dinámico.
Ahora le toca
al Titan: The Arena, con unas reglas tan mal explicadas
como las del Dead End, y que presentaba la dudosa expectativa de
ser un desastre. Y resulta que al final es una maravilla, que pone a prueba tus
dotes de previsión del juego de tus rivales. Es un juego muy básico de apuestas
donde cada jugador tiene que anticipar los movimientos del rival. Se va
haciendo más y más complejo a medida que avanza, exigiendo una gestión férrea
de la mano y la utilización precisa de las habilidades de las criaturas en el
momento preciso. Y lo más increíble es que se mostró altamente estratégico
tanto en una partida con dos jugadores como con tres. No es excesivamente largo
(tampoco diría que sea un filler) y encima es entretenido, no es que sea
un agobio de pensar, pero tampoco se puede jugar a lo loco. Y lo mejor de todo,
el azar no es un factor tan decisivo como esperábamos si sabes jugarlo, ya que las
habilidades de las criaturas permiten compensar esa desventaja. Incluso hay
cartas y mecanismos que no acabábamos de verles la lógica, pero una vez en
marcha todo cobró sentido. Diría, además, que es un juego muy fácil de entender
para los profanos y que no tiene una curva de dificultad muy elevada. De hecho,
es de esos juegos que se puede aprender sobre la marcha sin leerse las reglas,
y te permite ser competitivo ya desde la primera partida.
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