21 noviembre 2011

Viaje Lúdico en el Tiempo

La tupida niebla que crean las novedades hace que muchas veces no veamos más allá de un par de años atrás cuando tenemos que elegir un juego para ver mesa. Queremos probar lo último de lo último y nos olvidamos de las joyas del pasado reciente que atesora nuestra colección, tesoros condenados a la estantería porque no tenemos tiempo para jugarlo todo. El viernes teníamos pensado jugar a nuestras últimas adquisiciones, un imprevisto trastocó nuestros planes y la máquina del tiempo lúdica nos llevo al año 1967, 2001 y 2004.

Últimamente no escribo demasiadas reseñas de nuestras sesiones, dejadez supongo, pero la del viernes fue realmente especial por las cosas que jugamos y sinceramente creo que merecía el sentarme a escribir sobre ella para recordar como me lo pasé de bien con las propuestas lúdicas a las que nos enfrentamos.

1967 - Sleuth

Mientras Kennedy era elegido presidente de los Estados Unidos y Disney estrenaba la película de animación 101 Dálmatas, el insustituible Sid Sackson sacaba a la luz Sleuth, una de sus muchas creaciones. En Sleuth los jugadores toman el papel de avezados investigadores que tratan de descubrir cual de las joyas de una colección ha sido robada. Es un juego de deducción puro, sin paliativos, sin anestesia, duro como una roca y que te deja los sesos como si esa misma roca se estrellase contra tu cabeza. Sleuth destila la mecánica deductiva como un alambique en el que colocáramos juegos como Cluedo o Tricoda, el licor resultante es este concentrado de investigación no apto para todos los públicos.

Los componentes son austeros, dos barajas de cartas, una de joyas y otra de investigación. Estas últimas nos permitirán hacer preguntas a nuestros compañeros de mesa para tratar de dilucidar que carta no está en sus manos y se retiró del juego al inicio de la partida. Sleuth es así, reglas sencillas; se elimina una carta de la baraja de joyas de manera oculta y se reparten las cartas restantes entre los participantes, de esta manera cada uno sabrá algunas cartas y su tarea será averiguar cuales tiene el resto para deducir la carta retirada al inicio, la joya robada, una tarea deductiva absorbente a la vez que extenuante.

Jugué a Sleuth hace un tiempo con 5 jugadores y me pareció un juego un poco largo, no le habíamos dado otra oportunidad hasta el viernes, con 4 jugadores en la mesa y como juego para iniciar la noche, con las mentes frescas, condición necesaria para poder disfrutar de este quiebra mentes. Excelente partida, desconcierto al inicio, incertidumbre al escuchar muchas de las respuestas de los compañeros y mucha tensión cuando se acerca el final y cada jugador tiene claras sospechas de cual puede ser la respuesta. Me alegro de volver a visitarlo, mejor a cuatro que a cinco.

Hablamos también de Sleuth aquí

2001 - San Marco

Ese año el atentado del 11 de Septiembre cambió muchas cosas y Steve Jobs creó el iPod cambiando otras. Los LudopÁticoS nos quedamos con que Ravensburger editó San Marco, introduciendo la novedosa figura del distribuidor y los electores. Este juego de mayorías, una de mis mecánicas favoritas, tiene un sistema muy original de distribuir las acciones cada turno. El problema de San Marco es que es un juego exclusivamente para tres jugadores y esta trinidad como requisito hace que forzosamente vea poca mesa si tu grupo habitual no es justamente un trío. Eso sí, cuando sale y despliega sus encantos no hay quien se resista a su fresca mecánica que pone a los jugadores en más de un aprieto por turno. 

El juego nos sitúa en Venecia donde lucharemos por el control de los diferentes barrios de la ciudad, aquí es donde son importantes las mayorías. La gracia del juego es que, cada turno uno, de los jugadores hará las veces de distribuidor y tendrá la responsabilidad de dividir un número de cartas de acción en tres grupos  diferentes de las que cada uno de sus oponentes elegirá una antes de que él pueda coger la que sobre, todo esto con las cartas a la vista. Las reglas son muy sencillas pero la interacción directa entre los tres jugadores y las dramáticas decisiones cada turno hacen del juego una experiencia bastante intensa, y no muy larga. A mi sinceramente este juego me parece una genialidad.

Ahora no sé cuanto tiempo volverá a estar San Marco condenado a la estantería, espero que no tanto como la última vez porque cada vez que lo juego me quedo con ganas de más. Un juego perfecto para dioses divididos en tres, humanos con doble personalidad abstenerse. 

2004 - Saint Petersburg   

Corría el año 2004 cuando un fulano imberbe funda Facebook, los políticos que ayer salieron del gobierno de España eran elegidos para gobernar y se estrena la serie Lost. Claro que poco o nada de esto me ha hecho disfrutar tanto como el juego que ese año editó el autor Bernd Brunnhofer. Qué cosa más elegante, qué armonía en la ejecución, como una bailarina rusa levitando sobre el escenario es como se suceden los turnos en la que fue capital de Rusia por 200 años. Brillante creación.

En el juego representamos a personajes ilustres de la capital rusa que ayudan al zar en la construcción de la misma. Realmente el tema está absolutamente pegado, en ningún momento parece que estés construyendo nada, el enfrentamiento es abstracto pero con bonitas ilustraciones. Da igual, este es de ese tipo de juegos en los que la mecánica es tan absorbente que deja la temática en un segundo plano. Mejor no perder de vista lo verdaderamente importante, el enfrentamiento sin cuartel contra tus oponentes, tan aséptico como un quirófano pero igual de visceral. 

El juego escala perfectamente según el número de participantes, pura cirugía lúdica, en este caso fuimos cuatro los constructores pero podíamos haber sido dos y el engranaje hubiera funcionado igual de bien, lo comprobé hace un tiempo y os lo escribí aquí. En común con San Marco, además de la santidad, tiene que es muy sencillo de aprender pero no por ello un juego simple, nada más lejos de la realidad, tan cruda que no perdona al pusilánime.


Cuando terminó la noche y volvimos a nuestro actual 2011 no eché de menos nada de lo que la feria de Essen me mostró recientemente para los próximos meses. Una importante lección; no hace falta obsesionarse con lo nuevo cuando hay tanto anterior que disfrutar.   


3 comentarios:

Kikaytete dijo...

A veces se nos va la pinza un poco.
Yo llevo un tiempo en que intento mezclar nuevo y no tan nuevo, porque cuando miro la estantería me apetece jugar a todo casi por igual.

Daniel Jaubert Gutierrez dijo...

Muy buen post, y me gustaría dejar un poco mis conclusiones de los tres juegos:

Sleuth: Un locura!!! pero sana, creo que el 80% de la partida depende de lo bueno y organizado que seas apuntando las respuestas y haciendo las preguntas. La primera partida me recordó la sensación que tenía al empezar a hacer los Sudokus, más perdido que......  El juego parece que después de 4 o 5 partidas puede tener un ritmo mucho más rápido. Volveré a probarlo.

Saint Petersburg: Juego curioso y entretenido, donde construir la ciudad es totalmente secundario. En la primera partida uno de los jugadores hizo una mala elección al principio y se quedó totalmente descolgado del resto de la partida, por eso me gustaría probar otra vez y comprobar que sólo fue una gran "cagada" por parte de ese jugador. De todas formas gran juego.

San Marco: La mecánica del distribuidor es realmente interesante, hay que devanarse los sesos para conseguir que la jugada te salga bien, la verdad que es muy recomendable que lo prueben. Además las dimensiones del tablero no permiten que un jugador se "esconda" en su esquina por lo que el ritmo de juego es bastante alto. En definitiva, gran juego.

Saludos

 

Lethan dijo...

El San Marco me pareció un juego de lo más interesante, pero sólo he jugado una vez; me queda darle otro tiento.

El Saint Petersburg... una pasada; juego del año malacitano hace poco. A nosotros nos encanta de principio a fin.

Y el Sleuth no lo conocía, pero los juegos de deducción son mi debilidad, así que voy a ver si me hago con uno y me monto un P&P, que no parece difícil de hacer :)

Saludos!

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