Viernes con cinco jugadores de forma bastante inesperada porque todo apuntaba que seríamos tres o, a lo sumo, cuatro. Pero perfecto, porque cada vez me gusta más reunirnos cuatro o cinco para poder probar juegos que a menos funcionan peor. No fue el caso del juego "grande" que vio mesa en la noche del viernes, que creo puede dar mucho más de si jugado con menos jugadores porque a cinco me pareció que dejaba muy pocas opciones de control sobre lo que se supone es controlable en el juego: el mercado de materias primas.
Comenzamos y terminamos la noche con un par de partidas a Mystery Rummy a tres. Las estrategias de juego cada vez están mas claras a medida que echamos partidas. Tratamos de revelar menos nuestro juego en mesa para pillar a los contrincantes con una buena pila de puntos en mano y cerrar el caso por sorpresa es una táctica que ya está a la orden del día. Si es que estamos hechos unos avezados sabuesos. Hay pique y juego para rato. A falta de probarlo con 4 jugadores lo recomiendo encarecidamente a tres. Me parece un juego fácil de aprender y que puede dar horas de juego con jugones y, lo que es más importante, con no jugones. La reseña está al caer...
El juego más jugado durante 2010 no había salido a mesa todavía este 2011 y a eso le pusimos remedio este viernes estrenando el último -y limitado- Black Stories en su Edición Misterio. Los cincuenta casos que nos propone el juego esta vez se van al terreno de la fantasía con seres mitológicos y fantásticos pero conservando las situaciones mas enrevesadas. Confusión, deducción y risas a partes iguales.
Y como juego principal de la noche propuse Fürstenfeld, lo último del autor Friedemann Friese, que como sabéis es uno de los que seguimos muy de cerca aquí en LudopÁticoS -primera cosa que me atrajo-. El juego nos pone a cargo de unos terrenos que deberemos de gestionar para suministrar materias primas a un grupo de cervecerias -segunda cosa que me atrajo- y hacer suficiente dinero como para construir nuestro propio palacio en Baviera, que es el objetivo principal y condición de victoria. El juego tiene unos bonitos componentes, tableros individuales y una mecánica de gestión de mazo, mano y de los 6 espacios del tablero individual bastante curiosa -tercera cosa que me atrajo-, pero hay algo que falló en el conjunto y no sé si fuimos nosotros o, lo que sería más grave, el propio diseño del juego.
Se supone que la única interacción entre los jugadores se da en el mercado de precios de materias primas que demandan las distintas cervecerías -hay tantas cervecerías activas como jugadores- y que al variar los precios puedes hacer que otro jugador gane menos dinero cuando llegue su turno o que no pueda vender donde el precio es más alto porque ya has vendido tu. El problema es que, como ya advertía al inicio de esta entrada, tal control de precios fue prácticamente nulo y los precios prácticamente sólo subieron durante toda la partida convirtiendo el juego en una carrera a ver quien construía antes. Quizás, al ser novatos, no utilizamos las estrategias adecuadas, pero me pareció que había demasiada demanda por parte de las cervecerías para la poca oferta que podíamos cubrir los jugadores con los cultivos de nuestros tableros, lo que implicó un aumento de los precios constante. Sabor agridulce porque el juego no nos dejó afectar al contrario con nuestras decisiones y para mi eso le hizo perder mucho interés.
La partida duro, explicación incluida, unos 90 minutos pero estoy seguro
que puede ajustarse a los 60 que advierte la caja -siempre hablando a 5
jugadores- porque durante las fases muchas acciones pueden hacerse
simultáneamente. Con menos jugadores seguro que el tiempo de juego es menor. Al final dos jugadores construyeron su sexta pieza del palacio simultáneamente y la victoria se decidió por cual de los dos tenía mas dinero.
Volveremos a leer las reglas y a jugarlo con otro número de jugadores porque me parece muy raro que un autor con experiencia como FF nos haya propuesto un juego con una tara tan grave en su mecanismo principal.
LudopÁticoS: Maskleto, Yak, Fran, Iris y Belén.
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