No soy yo de los que se siente culpable por casi nada una vez hecho -si sé que me voy a sentir culpable básicamente me ahorro la acción- pero hay un par de cosas de las que sé con certeza que jamás tendré sentimiento de culpa: invertir mi tiempo con un juego y disfrutar de los placeres de la buena mesa. Eso si, cuando logro combinar ambas cosas son momentos en que detendría el mundo y me quedaría disfrutando eternamente. El sábado se dio una de esas conjunciones donde mis sentidos quedaron completamente satisfechos y mis necesidades lúdicas perfectamente colmadas.
Noche llena de nuevas sensaciones. Dos tipos de uvas y tres quesos como estrenos para el paladar y un juego en el terreno lúdico. Éxito en todos los casos.
Tenía en la lista de uvas a probar un par de varietales que se me habían resistido hasta el pasado sábado: baboso negro y vijariego en vinos monovarietales con D.O. Ycoden-Daute Isora y D.O. El Hierro. Sorprendentes, diferentes y con una cata -sobre todo la vijariego- demasiado compleja para mis limitados conocimientos porque los 6 meses en barrica dotaban al vino de infinidad de matices que se me escapaban. Además dos quesos de Fuerteventura -uno curado y otro semicurado- y uno de Gran Canaria para un buen maridaje. Babeo con sólo recordarlo.
Con este perfecto entorno gastronómico estrenamos Patrician de Michael Schacht -autor de Hansa, China y Coloretto entre otros-. Juego de mecánicas sencillas -gestión de mano y control de áreas- que funcionó perfectamente a tres jugadores.
La primera partida, conservadora, para ir tomando el pulso a la mecánica y las diferentes estrategias. La segunda muy competida ya con la mecánica -que como digo es muy sencilla- bien asentada. Las partidas son ligeras pero con bastante interacción entre los jugadores, los componentes muy elegantes y la temática de la Italia renacentista evocadora. Esperaba menos -porque además lo compré de oferta por menos de 10€- y me ha sorprendido gratamente. Eso si, sospecho que tres es el número perfecto y cuatro un límite superior de jugadores porque a medida que aumenta este número -permite hasta 5- el caos ganará terreno al control y seguro que pierde interés. A dos tampoco lo veo demasiado -todo es probarlo- porque el factor azar que tiene puede ser muy determinante.
Noche llena de nuevas sensaciones. Dos tipos de uvas y tres quesos como estrenos para el paladar y un juego en el terreno lúdico. Éxito en todos los casos.
Tenía en la lista de uvas a probar un par de varietales que se me habían resistido hasta el pasado sábado: baboso negro y vijariego en vinos monovarietales con D.O. Ycoden-Daute Isora y D.O. El Hierro. Sorprendentes, diferentes y con una cata -sobre todo la vijariego- demasiado compleja para mis limitados conocimientos porque los 6 meses en barrica dotaban al vino de infinidad de matices que se me escapaban. Además dos quesos de Fuerteventura -uno curado y otro semicurado- y uno de Gran Canaria para un buen maridaje. Babeo con sólo recordarlo.
Con este perfecto entorno gastronómico estrenamos Patrician de Michael Schacht -autor de Hansa, China y Coloretto entre otros-. Juego de mecánicas sencillas -gestión de mano y control de áreas- que funcionó perfectamente a tres jugadores.
La primera partida, conservadora, para ir tomando el pulso a la mecánica y las diferentes estrategias. La segunda muy competida ya con la mecánica -que como digo es muy sencilla- bien asentada. Las partidas son ligeras pero con bastante interacción entre los jugadores, los componentes muy elegantes y la temática de la Italia renacentista evocadora. Esperaba menos -porque además lo compré de oferta por menos de 10€- y me ha sorprendido gratamente. Eso si, sospecho que tres es el número perfecto y cuatro un límite superior de jugadores porque a medida que aumenta este número -permite hasta 5- el caos ganará terreno al control y seguro que pierde interés. A dos tampoco lo veo demasiado -todo es probarlo- porque el factor azar que tiene puede ser muy determinante.
Terminamos la noche con dos partidas de Tricoda y una botella de vino dulce de uva frágola. Espectaculares las tres. Que bien llevadas tiene este juego sus muchas primaveras, porque el Sr. Robbert Abbot y su colega Alex Randolph lo crearon hace nada menos que 25 años y lo veo fresco como el primer día. Para los que nos gustan los juegos deductivos es un imprescindible.
LudopÁticoS: Maskleto, Montse y Belén.
Jugamos a:
2 comentarios:
Pues a tres es muy bueno y a dos también. Uno contra uno no importa tanto el azar como parece, porque puedes elegir (con un camino más o menos corto) qué carta buscar.
Gran compra por 9 euros.
¡Ah!, pues habrá que probarlo. Mira que yo no tenía muchas ilusiones puestas en el juego a dos. Ganas de probarlo me dejas.
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