Ya han pasado unos días y todavía tengo las corneas en carne viva tras horas pegado al monitor viendo cada una de las novedades que presentaban en Essen, a través del vídeo en directo producido por la Boardgamegeek. Estos vídeos son la punta de un iceberg de nuevos productos, muchos llevados allí desde tierras españolas. Y tras la avalancha de títulos, ahora en la calma tras la tormenta, trato de meditar sobre el mercado de los juegos en España, pero no desde el punto de vista del aficionado, sino desde la perspectiva de profesional de ventas en estos momentos de incertidumbre económica.
Cinco días ha durado la feria Spiel 2011 celebrada en tierras teutonas y en 120 horas las editoriales han tenido que mostrar, con su mejor cara e inglés, todos los productos y novedades que pretenden colocar en nuestras estanterías durante los próximos meses. Evidentemente aquellas editoras que no han estado allí han perdido una oportunidad inmejorable para promocionarse en el que, por unos días, es el corazón mismo de nuestra afición. Para países como Francia o Alemania, tradicionalmente más jugones que España, una feria de este tipo y presentar en ella cientos de productos no es descabellado, es lo normal desde hace ya algunos años y su maduro mercado lúdico es capaz de absorber esa cantidad de producto en mayor o menor medida, de hecho ellos realmente producen para todo el mundo. Tratar de trasladar esta situación a nuestro país es, como mínimo, descabellado ya que si se editara aquí la mitad de lo que se edita en cualquiera de esos dos países no tardaría ni seis meses en ir a la quiebra más de una editorial nacional.
Vayamos por partes. Parece que la afición a los juegos de mesa ha experimentado, y sigue, un auge que me haría remontar a los años ochenta para recordar algo similar. Digo parece porque no estoy seguro que las cifras de ventas acompañen al bombo que se da a esta nueva edad de oro de los juegos. Salvo contadas excepciones no veo ni muchos más, ni nuevos juegos de mesa, en los centros comerciales o jugueterías de los que había hace cinco o seis años. El crecimiento de la afición al eurogame y ameritrash sigue dependiendo de la tienda especializada y de la labor educadora del que ya es aficionado, lo que no creo que permita un modelo de negocio parecido al alemán o francés a corto plazo, donde los juegos forman parte de la cultura popular. Aún así es meritorio este incremento ya que en aquellos tiempos (los 80) no disponíamos de todo el despliegue tecnológico dedicado al ocio que tenemos ahora y la vida se hacía mucho más alrededor de una mesa que hoy por hoy, donde casi todo gira exclusivamente alrededor de una pantalla (sea del aparato que sea).
Este auge aparente ha provocado que en los últimos tiempos haya oído de varias nuevas editoriales que se lanzan al ruedo de la producción de juegos, tanto de autores españoles como extranjeros. En el momento actual parece una empresa arriesgada pero como la afición crece creo que hay cierta ilusión o espejismo de red de seguridad bajo el trapecio empresarial. Y mi pregunta es: ¿es real esa red que se supone soportará la edición de títulos preproducidos en España? Sinceramente, hablando desde los círculos que frecuento y la información que leo creo que no. No encuentro ninguna proporcionalidad entre la cantidad de gente que se acerca a los juegos de mesa y la que dedica su dinero a comprarlos. Es evidente que si crece lo uno, crecerá lo otro pero es muy diferente que te guste comprar y tener a que te guste jugar. Creo que todos tenemos ejemplos de esto y cuanto más complejo es un juego más diferencia hay entre jugadores y compradores potenciales, al menos en el mercado interno. Me gustaría tener cifras a este respecto por parte de las empresas del sector.
Desde mi experiencia, algo que creo es la base de la estabilidad de muchas editoriales españolas es la forma de producir sus productos. Desde luego es un negocio arriesgado el fabricar algo antes de tener garantizadas unas ventas mínimas en un sector pequeño como este y no sé hasta que punto, en la situación actual, es viable y sostenible empezar a trabajar así. Ahora mismo, observando el panorama editorial nacional vemos que se trabaja de diversas formas. Algunos bajo el respaldo de una gran empresa extranjera, pueden producir títulos y hacer tiradas que cuelan en la producción mundial y venden luego en todas partes -esta claro que los costes se abaratan y el rendimiento de cada unidad es mayor-. Otros simplemente sobre-valoran el producto y si lo quieres en castellano lo pagas y santas pascuas dedicando su distribución a la tienda especializada -me gustaría saber que tan buena es esta fórmula-. Algún otro produce bajo demanda, gran idea, lo que garantiza un stock mínimo y al mismo tiempo permite trabajar sobre un catálogo muy amplio, claro que no permite juegos con componentes demasiado complejos. Es importante tener en cuenta que la viabilidad de muchas de estas fórmulas para producir juegos pasa por una base de ingresos estable mes a mes, fundamental si se quiere una continuidad editorial ya que no olvidemos que hablamos de un negocio, lo que conlleva unos gastos.
Y llego a las nuevas empresas editoriales, las últimas en apuntarse al carro de la edición y me doy cuenta que las que nacen al abrigo de este boom lúdico han elegido producir el producto antes de venderlo. Esto implica que recuperar la inversión inicial les llevará más tiempo y con ello el afrontar nuevos proyectos. Esta fórmula parece atractiva si la red de distribución es amplia y sólida, o se sabe que va a colocar la producción en un corto espacio de tiempo, en cambio no lo veo tan viable en empresas pequeñas que, a priori, no tienen una red de ventas consolidada y deberían seguir trabajando a corto plazo nuevo material para no quedarse estancadas, a no ser claro que haya detrás de ellas una gran inversión, no sé si es el caso. Tenemos ejemplos en el mercado nacional de editoriales que no han podido sacar su segundo juego por problemas económicos tras la fuerte inversión del primer título, estos casos generan incertidumbre y desasosiego entre los consumidores que ven sus expectativas truncadas por un lanzamiento que nunca llega, entonces el aficionado recurre al mercado de importación, lo que saca la divisa de España (aún comprando el producto en una tienda nacional) y sólo beneficia a la editorial extranjera.
¿Hay otras opciones?, no sé si es solución pero siempre me ha parecido una gran idea que pocos aplican el sistema P500 de GMT, una fórmula por la que, hasta que no haya un número de copias de un título prepedidas -500 en este caso- no se comienza la producción de dicho título. Sinceramente creo que a estas alturas GMT es una empresa solvente y que gana muchísimo dinero a nivel mundial, no necesita de esta fórmula, pero sigue usándola como base para su producción de juegos. Es evidente que trabajar así ralentiza todo el proceso inicialmente, en cambio te permite trabajar en muchos proyectos simultáneamente y no apostar tu dinero a un caballo que no sabes si tiene posibilidades de ganar la carrera. Qué este método tiene sus defectos, es evidente, pero creo que en momentos donde el crédito es, como mínimo, la piedra filosofal, las empresas han de trabajar sobre compromisos y cifras reales, no expectativas.
La otra alternativa es vender en otros países. Muchas de estas nuevas empresas están publicando juegos inéditos, cosa que me parece un acierto y puede hacer que las ventas globales en el exterior compensen las interiores. Juegos independientes del idioma o editados en inglés como segundo idioma ayudan a exportar el producto fuera de las fronteras de origen como ya hemos visto en muchos casos y aunque esto realmente no repercuta en el crecimiento de la afición interna si que le da más posibilidades de supervivencia a estas editoriales, lo que nos dará un beneficio indirecto ya que seguirán sacando novedades. Claro que entrar en el mercado global coloca tu producto junto al de los gigantes editoriales por lo que tendrán que ofrecer algo que las diferencie de las bestias del sector si quieren sobrevivir en esa jungla y eso no es fácil.
Dejo claro, como aficionado, que me encanta que se edite material nacional, cuanto más mejor, pero me gustaría que esa edición fuera estable y sostenible, no "pan para hoy y hambre para mañana". Desde aquí les deseo toda la suerte del mundo a los emprendedores que tratan de mejorar el panorama editorial lúdico español. Sin su apuesta y sus agallas nunca sabríamos si España puede llegar tener un mercado como el de los pesos pesados Europeos.