28 septiembre 2011

Como Comprimir Espacio y Tiempo sin ser Neutrino

Un juego convertido en clásico moderno que ha atraído a nuestra afición a ni se sabe cuantos, ahora jugadores habituales. Un juego con muchísimas expansiones, con unos personajes entrañables que se disponen sobre el tablero que va creciendo y creciendo a medida que avanza la partida. Un juego con caminos, castillos y granjas donde habitan ladrones, caballeros y granjeros. Tras lo dicho no creo que haga falta presentar a nuestro amigo, al que llamaremos C. de forma cariñosa, si todavía albergas alguna duda lo mejor es que te pases por su reseña y te pongas al día. 


Y es que C. es un gran tipo, con su pinta azulona con la que uno no sabe muy bien a que atenerse, es conocerlo un poco más a fondo y enamorarse de él, un tío encantador. Claro que ese buen entrar, ese aspecto tan cuidado y pulcro esconde algún pequeño defecto como podemos tener todos. No son muchos, es verdad, C. es prácticamente perfecto, lo curioso del caso es que su perfección no genera rechazo, no es arrogante, al contrario C. es bastante carismático y atrae las miradas siempre que está presente.

Uno de los pocos defectos que para mi tiene C. es que su despliegue en mesa es bastante imprevisible, lo que exige una mesa más o menos grande para no encontrarte con sorpresas cuando ya la partida está avanzada. Porque la loseta central bien se sabe donde se coloca pero como se desarrolle el tablero en el transcurso del juego es una incógnita sólo resoluble por los jugadores. Es por ello que no puede confiarse como mesa de juego a una de cocina de tamaño pequeño, una mesa de centro de dimensiones reducidas o cualquier otro mueble que no permita expandirse a los cuatro puntos cardinales con bastante ligereza, cosa que siempre me molestó en sobremanera.

Sobre todo con dos jugadores, donde muchas veces busco un despliegue limitado para echar esa partidita que quite el mono y no tener que desplegar el plan del día D en la mesa del comedor. Pero es que C. en ese sentido no tiene medida, es un personaje expansionista por naturaleza y lo hace sin ningún pudor. Curioso resulta que en la última semana le he metido bastante caña, justo a dos jugadores, pero sin dejarlo ver mundo, ¿cómo?. Resulta que he encontrado medicina para evitar el crecimiento de C. y confinarlo a la mínima expresión. Vale que la solución tiene truco y no es todo lo elegante que me gustaría, pero gracias a ella he jugado más partidas en la última semana que las jugadas en el último año y eso es lo que cuenta. Otra vez San iPad, protector de las almas con poco espacio, entre otros muchos protectorados como el del jugón solitario o el jugón obligado a sentarse en el sofá, viene en nuestra ayuda y nos dota de poderes extraterrenos poniendo en evidencia al tiempo y el espacio del mismísimo Einstein. Olvídense de teorías sobre neutrinos viajando a mayor velocidad que la luz, la única prueba evidente y tangible de algo que permite estrechar el espacio y desplazarlo a nuestro antojo, haciendo que una partida de C. sea posible en la mesita de un avión, es un iPad. 

Algunos ya se habrán tirado manos a la cabeza clamando al sacrosanto Grial de los juegos de mesa, dejad tranquilas vuestras pobladas cabelleras, porque jugar sin IA en un cacharro electrónico ya sea a dos, a tres o incluso uno sólo me parece tan lícito, jueguilmente hablando, como mandar a tomar viento el centro floral de tu mesa de comedor para organizar una partida con cubos, fichas, dados y lo que se tercie. ¿Menos romántico?, seguramente, ¿más práctico?, para mi seguro.  

En fin, que me apetecía comentaros las delicias del juego, en particular C., en los dispositivos electrónicos llamados tabletas, llamadas igual que las de chocolate por el vicio que generan. Da gusto estar en un avión, en la playa, en la consulta de algún matasanos o vaya usted a saber y seguir teniendo la oportunidad de poder enfrentarte en un mano a mano real, moviendo las piezas, con tu acompañante. Otra cosa y otro tema son las inteligencias artificiales, que no son santo de mi devoción, de ese tema hablaremos en otro momento sin neutrinos de por medio.


4 comentarios:

Ratrap dijo...

..y no pierdes visión espacial de como están los meeples por el tablero?... [sí solo es por quejarme de algo, M]

Maskleto dijo...

Lo cierto es que no, como puedes hacer zoom out y ver todo el tablero en vista cenital se hace muy claro, además los meeple granjeros los coloca tumbados y los otros de pie, así que se ve fácilmente donde está cada granjero y su influencia de un solo vistazo, cosa que a veces en el juego real es más lío.

Para jugar dos para mi es todo un descubrimiento, más no porque realmente una pantalla de iPad es demasiado pequeña y eso de andar pasando el cacharro a mi no me hace gracia. A mi me gusta ponerlo entre los jugadores y jugar como si de un tablero se tratase.

Como digo es menos bonito, pero creo que a dos jugadores jugaré casi siempre así, al menos ve mesa xD

Farko dijo...

C. para mi se ha convertido en uno de esos que siempre viene bien, y a veces acompañado. Mejor con 2 que con cualquier otro número, pero se deja a 3. Tener 6 expansiones demuestra que lo queremos.

Neiban Kane dijo...

Qué curioso, anoche mismo pude jugar un poquillo a la versión Carcassonne de iPad. Me sorprendio bastante la verdad, y para bien, pero sigo viendo más bonito el consiguiente despliegue alrededor de la mesa. Me gusta demasiado el puzzle que se va formando en Carcassonne como pa tener que verlo sólo por 1 pantalla! por mu bien que se vea...

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