28 noviembre 2011

Estado Líquido

Los juegos ligeros, en los que el jugador no tiene que estrujarse el cerebro para encontrar la mejor estrategia, están muy bien y gustan a propios y extraños. La sensación al jugarlos es de felicidad, alegría sin par, un aluvión de endorfinas para satisfacer nuestra psique. Claro que el cerebro del jugón necesita otro alimento que sea capaz de exprimir hasta la última neurona, como digo yo, juegos para licuarte el cerebro. Este es el tipo de juegos que llenan plenamente al aficionado, que exhala cuando acaba la partida para liberar la tensión de los últimos turnos. 

Nuestra última sesión encadenó dos de estos juegos que te dejan el seso licuado, el mio pasa de estado sólido a estado líquido aproximadamente en dos horas de juego intenso. Disfrutamos tremendamente de las horas  invertidas en ellos y no puedo por más que recomendarlos ambos porque son tremendos juegazos, exigentes, sí, pero muy buenos, claro que cuando acabamos la segunda partida tuvimos que recoger la materia gris que se nos había escapado por las orejas de debajo de la mesa del comedor. 

Los afortunados en salir del estante fueron dos juegos que ya habíamos estrenado, al menos la mayoría de los presentes, es esta una de las razones por las que creo que ambas partidas fueron tan disputadas y con unas diferencias al final totalmente irrisorias, podía haber ganado cualquiera, sólo alguna gran jugada en un momento dado decidió el cómputo final. Es interesante analizar como las segundas partidas y siguientes a un juego cualquiera implican un marcaje a tus oponentes mucho más cercano y es más difícil sorprender con esa jugada maestra que en la primera partida no se ve venir.

Primero un Tinner's Trail de Martin Wallace. Excelente abstracción de la era de crecimiento minero en Cornualles. Las impresiones con este juego van mejorando en el grupo a medida que jugamos, la primera vez ya gustó, esta segunda partida rozó la excelencia. El azar, este juego lo tiene si quieres arriesgar, castigó seriamente a uno de los inversores que compró un terreno a ciegas por un buen dinero y cuando lo prospectó sólo encontró agua y boñigas de vaca, lo uno al fondo y lo otro en la superficie. Fue un momento ideal para liberar tensiones con unas risas, el único momento creo, el resto de la partida fue realmente control a cuatro bandas para que nadie se escapase. Por cierto, cabe reseñar la gran cantidad de empanadas que se vendieron esta vez en Cornualles, una de las acciones posible de los jugadores que les reporta dinero, muchísimas más que en la primera partida, un giro inesperado porque en el estreno me pareció una acción un poco inútil, nada más lejos de la realidad si quieres ir al límite económicamente.

Después de dejar Cornualles hecho un queso de gruyere cruzamos el Canal de la Mancha y le metimos mano a la ciudad de Troyes. Otro que se consolida como un juego que puede devorarte las neuronas como el come cocos bolitas. Esta fue nuestra segunda vez con cuatro jugadores y también vimos muchas estrategias inéditas. Se luchó mucho más contra los eventos, tanto que normalmente no aguantaban en mesa más del turno en el que salían. Los personajes que dan bono al final se ocultaron muy bien por parte de todos hasta el último turno, no se sabía que era lo que iba a beneficiarte y había que picar un poco de todo para estar preparado. La tensión fue constante durante dos horas, yo mismo creo que no aguanté tanta presión en la caldera y mi juego se vio claramente afectado en el último tercio de partida. Y es que para jugar a este nivel hay que estar muy preparado o tener la sangre y el cerebro de horchata para que nada te afecte. Acabamos agotados y encantados a partes iguales.

Para terminar y para que todo el contenido del cacahuete volviera a su sitio nos hicimos unas partidas a Pandemic, como siempre el juego nos dejó el trasero como un bebedero de patos. También es verdad que por un "error" de cálculo jugamos en nivel heroico, manda narices, no le ganamos en el normal le vamos a ganar en heroico, a punto estuvimos, eso sí. Este juego nos tiene absolutamente enganchados y no acabamos una partida y ya estamos disponiendo el tablero para jugar otra porque, aunque perdamos siempre, nos deja con la miel en los labios y es una miel que pica, pica mucho.

Conclusión, da gusto cuando te levantas de la mesa con la convicción de que las partidas que has jugado han sido un verdadero reto, tanto por el juego en si como por los oponentes. Sin duda, donde esté una inteligencia humana que se quiten todas las artificiales.


4 comentarios:

Kikaytete dijo...

Esta semana os habeis puesto de acuerdo con Lethan para ponerme los dientes largos.
Quiero una sesión hardcore ya!

Maskleto dijo...

Juas pues sí, los amigos de lexfrikimalacitana perdieron tantas neuronas como nosotros o, más que perder, las remeneamos. Desde luego estas sesiones dejan un sabor de boca estupendo, la cabeza loca, pero el espíritu jugón por todo lo alto xD.

Lethan dijo...

No he jugado ni al Tinners, ni al Troyes, ni al Pandemic :( Me llegan los dientes al suelo ahora mismo.

Y sí, se ve que nos hemos puesto de acuerdo para darle caña a los juegos cañeros. Como dice Julián, te dejan la cabeza seca pero dan un gustirrinin ;D

Un saludo!

Kikus dijo...

Maskleto ha descrito perfectamente la tensión que nos envolvió el viernes. De hecho, tras acabar la primera partida (la de Tinners), recuerdo que me recosté en la silla y suspiré aliviado... ¡y eso que había ganado! :-P Creo que Tinners Trail fue el "descubrimiento" de la noche, al menos para mí, que en la primera partida tuve la sensación de estar ante un juego más ligero de lo que es realmente. Fue una noche muy productiva.

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