Antes de entrar en faena, quiero aclarar que soy uno de esos adictos a la saga de videojuegos Civilization de Sid Meier desde su primera versión, así que me enfrenté a la edición de tablero con un enfoque bastante crítico. Lo primero que cayó en mis manos fue el manual del juego, que me decepcionó y no por su aspecto o redacción, que están bastante cuidados. Pero lo que leí en aquella treintena de páginas no parecía acercarse ni de lejos a ya mítica complejidad de una partida de Civilization para PC. Me pareció una simplificación extrema de la maravilla creada por Sid Meier, con un mapa muy pequeño y un árbol tecnológico tremendamente encorsetado.
Pero he aquí que Maskleto se hizo finalmente con el juego de tablero y reunió en el LudopÁtico a cuatro jugadores dispuestos a probarlo, incluido yo. Reconozco que, durante la explicación de las reglas, aspecto en el que el amigo Maskleto es todo un experto, por su capacidad de presentar los juegos de forma clara y concisa, me gané un par de miradas reprobadoras por prestar poca atención a las partes que ya me sonaban.
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Image Courtesy of Boardgamegeek |
No obstante, manoseando las cartas, ojeando el mapa y atendiendo a las cosas diferentes que tiene el juego, mi opinión sobre este Civilization empezó a cambiar. Y es que, sin negar que es imposible condensar en un tablero uno de los mejores juegos para PC de la historia, debo reconocer que han sabido captar perfectamente la esencia de la saga. Eso sí, el cabroncete ocupa espacio como si fuese un wargame. Para empezar, tenemos el mapa del mundo, que es el centro de la acción y está formado por una serie de mini-tableros de 4x4 casillas dispuestos según el número de contendientes. A su alrededor, cada jugador deberá apañárselas para colocar las cartas de los avances científicos (que afortunadamente son pequeñas) y su tarjeta de civilización, que explica las cualidades específicas de tu pueblo y contiene también el track de oro y comercio, dos conceptos que se entrelazan con una mecánica muy interesante para reflejar que los países más ricos parten con cierta ventaja en cualquier relación comercial. Y todavía habrá que buscar un generoso espacio en un lado de la mesa para colocar otro tablero general que incluye el track de cultura, los mazos de unidades militares, las maravillas disponibles y alguna cosa más que ahora no recuerdo.
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El juego tiene mecánicas muy buenas, como la del combate, que hay que tomar con precaución sea cual sea la potencia del enemigo, pues siempre podemos sufrir pérdidas. Además, cuando nos enfrentamos a las aldeas del mapa, otro jugador se encargará de controlar a los indígenas, un buen recurso que hace más interesantes y difíciles estos enfrentamientos que si no, serían meros paseos militares.
Al contrario de lo que me pareció inicialmente, el árbol de tecnologías es bastante completo y no consiste simplemente de montar una pirámide de conocimientos hasta llegar a la investigación espacial (esa es sólo la forma de jugar si pretendes lograr la victoria científica), pues puedes dedicarte a descubrir todas las tecnologías básicas e intentar ganar por otro camino. Sí, otro camino, porque hay varios tipos de victoria: cultural, militar, económica o científica (espero no haberme dejado ninguna atrás). Y cada una de estas formas de ganar el juego se alcanza a través de sus propios objetivos. Si quieres ganar por la vía militar, deberás tener lo que hay que tener para conquistar la capital de tu vecino el científico (por ejemplo), antes de que éste corone su pirámide de conocimientos descubriendo el vuelo espacial y te deje tirado con todas tus primitivas armas en esta roca que da vueltas al Sol. O antes de que otro país amase una fortuna tan inmensa que pueda comprar el mundo entero, si lo desea... O incluso puede ocurrir que el nivel cultural de uno de tus oponentes sea tan elevado que al resto del mundo no le quede otro remedio que rendir sus armas, su oro y sus conocimientos ante el bienestar que se respira en los dominios del vecino.
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En resumen, Civilization es un eurogame largo de jugar y complicado de dominar, que te permite elegir qué camino quieres seguir hacia la victoria (aunque los rasgos propios de cada civilización ya definen la pauta a seguir), mientras libras combates rápidos y amenos, comercias con recursos naturales limitados, obtienes nuevos conocimientos, estableces inestables alianzas con tus vecinos y desarrollas tus ciudades con nuevos edificios y maravillas.
Dificultad de aprendizaje: Alta
A primera vista me gustó: Reconocer detalles que han existido en alguna de las versiones para PC, como que los rusos ya conozcan el comunismo desde el principio (no es así en todas las versiones, pero sí en algunas). La mecánica del combate, bastante ágil, y la posibilidad de desgastar a otro jugador si manejas bien las tropas indígenas de las aldeas. El track de comercio y oro. La libertad de investigar lo que realmente necesita tu civilización.
No me causó tan buena impresion: El despliegue en una partida a cuatro jugadores es inmenso, por lo que el tablero secundario de cultura, unidades militares y maravillas es difícil de ver si te toca en el lado opuesto de la mesa. El mazo de avances científicos de cada jugador se compone de muchas cartas y para no ocupar más espacio (¡¡¿¿más aún??!!), su tamaño es bastante pequeño, haciendo incómodo su manejo hasta que te las aprendes de memoria, tarea que presupongo bastante larga. El coste de movimiento es el mismo para todos los tipos de terreno, impidiendo un uso táctico de las montañas o los bosques.