Salve, César, los que van a morir te saludan. Por fin se materializó todo el conocimiento acumulado durante aquella sesión de reglas, sí, digo bien, sesión de reglas, un inédito día en el que no jugamos a nada y que os conté en la entrada con título "Saltar al Vacío". Pues antes de que todo aquel conocimiento cayera en un olvido irremisible nos juntamos para dar un meneo a República de Roma, un juego con 22 años de vida y unas reglas de otro tiempo pero con una narrativa histórica brutal. Nos encomendamos a Marte y preparamos nuestras almas para jugar la república temprana, años donde la guerra y las invasiones era el día a día de Roma.
J&M: q tal el sábado?
Maskleto: muy bien, la República sucumbió a las invasiones, aunque una familia rebelde controlada por mí casi consigue hacerse con el poder en el último momento, pero no pudo vencer la Guerra de las Galias.
J&M: jajaja, ¿les dejo buen sabor?.
Maskleto: pues la verdad es que el sabor fue bueno aunque tiene un par de cosillas que igual a todo el mundo no le gustan; azar hay bastante, como la vida misma claro, pero tiene que gustarte.
J&M: cierto.
Maskleto: puede dar al traste con cualquier estrategia, así que hay que ir un poco viviendo al día. Luego la fase de senado, comparada con el resto de fases, se me hizo un poco repetitiva, sobre todo lo de la elección de cargos. Aun así es un juego muy recomendable y muy narrativo, la verdad es que fue una buena experiencia y no es tan chungo como lo pintan las reglas, una vez visto el juego en movimiento.
Este es el extracto de una conversación real y refleja bastante bien mis primeras impresiones de República de Roma (RdR a partir de ahora). El juego es muy interesante, muy narrativo, realmente estás viviendo la historia desde dentro y te lo crees. Las guerras que azotan el país, los líderes que dirigen esas guerras y las hacen más peligrosas, los eventos como la sequía o la escasez de hombres, el descontento de la plebe, las conjuras dentro del senado, todo tiene un intenso sabor a historia romana. Pero como la historia misma, el caos es lo que impera en la partida. Piensa lo que puedes hacer este turno y no el próximo porque, igual, ese estadista muere, o una guerra que parecía ganada no tiene los resultados adecuados, o este turno que pensábamos reclutar tropas salen dos eventos de escasez de hombres y hace imposible (prohibitivo) el reclutamiento. Así de azarosa es la vida y así de azaroso es RdR, el control del juego lo hacen los propios jugadores con sus acuerdos públicos, es lo único que sabes será casi a ciencia cierta.
J&M: q tal el sábado?
Maskleto: muy bien, la República sucumbió a las invasiones, aunque una familia rebelde controlada por mí casi consigue hacerse con el poder en el último momento, pero no pudo vencer la Guerra de las Galias.
J&M: jajaja, ¿les dejo buen sabor?.
Maskleto: pues la verdad es que el sabor fue bueno aunque tiene un par de cosillas que igual a todo el mundo no le gustan; azar hay bastante, como la vida misma claro, pero tiene que gustarte.
J&M: cierto.
Maskleto: puede dar al traste con cualquier estrategia, así que hay que ir un poco viviendo al día. Luego la fase de senado, comparada con el resto de fases, se me hizo un poco repetitiva, sobre todo lo de la elección de cargos. Aun así es un juego muy recomendable y muy narrativo, la verdad es que fue una buena experiencia y no es tan chungo como lo pintan las reglas, una vez visto el juego en movimiento.
Este es el extracto de una conversación real y refleja bastante bien mis primeras impresiones de República de Roma (RdR a partir de ahora). El juego es muy interesante, muy narrativo, realmente estás viviendo la historia desde dentro y te lo crees. Las guerras que azotan el país, los líderes que dirigen esas guerras y las hacen más peligrosas, los eventos como la sequía o la escasez de hombres, el descontento de la plebe, las conjuras dentro del senado, todo tiene un intenso sabor a historia romana. Pero como la historia misma, el caos es lo que impera en la partida. Piensa lo que puedes hacer este turno y no el próximo porque, igual, ese estadista muere, o una guerra que parecía ganada no tiene los resultados adecuados, o este turno que pensábamos reclutar tropas salen dos eventos de escasez de hombres y hace imposible (prohibitivo) el reclutamiento. Así de azarosa es la vida y así de azaroso es RdR, el control del juego lo hacen los propios jugadores con sus acuerdos públicos, es lo único que sabes será casi a ciencia cierta.
...atraer a tu facción a los senadores de otro jugador le da un puntillo de puteo directo ideal para piques, rencillas y rencores, ¡qué bella es Roma!.
Ojo, juego largo, supongo que la segunda partida será algo más corta pero esta primera sesión, con algunas pausas para solucionar problemas de reglas, fue de unas cinco horitas y pico, casi seis, jugando sólo la república temprana. El juego tiene tres opciones de juego: la república temprana, media y tardía; o las tres a la vez, en lo que me parece puede ser todo un día jugando. ¿Alguien se ha metido esto entre pecho y espalda?. Se agradece, más con esta duración, que sea un juego muy inmersivo, la interacción es la que quieran tener los jugadores, es decir, un grupo con ganas de darse puñaladas se sentirá como pez en el agua y sacará mucho partido a RdR. Podría parecer que para un grupo donde cada uno vaya a lo suyo este puede ser un juego tedioso y lento, en el fondo no lo creo, el juego mismo se encarga de que el ritmo no decaiga poniendo en aprietos a Roma y, por tanto, a todos los jugadores. Recuerdo que RdR es un juego semi-cooperativo donde todos pueden perder pero sólo habrá un ganador, esto hace que tengas que mantener un delicado equilibrio para que todos tiren del carro, hará falta toda la ayuda posible para que Roma no sucumba y eso evita el autismo lúdico. Además, poder atraer a tu facción a los senadores de otro jugador le da un puntillo de puteo directo ideal para piques, rencillas y rencores, ¡qué bella es Roma!.
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Bruno vetando una proposición. |
En conclusión, primera impresión muy agradable, desde luego es un juego en el que no puedes pretender controlarlo todo, más bien creo que lo mejor es dejarte llevar y tratar de sortear los obstáculos que van apareciendo lo mejor posible, aprovechando las oportunidades cuando surjan. Si no te van este tipo de juegos donde el azar puede dar un vuelco a la partida en cualquier momento no te acerques a este porque, normalmente, estás en manos de los dados. Si no te gustan las tablas tampoco vengas, RdR tiene tablas por doquier que le dan ese aire retro porque es algo que ya no se ve en los juegos actuales, de hecho, el tablero, más que eso es un organizador de cartas y resumen de las tablas que hacen falta para jugar, me recordó a las pantallas de master que se usan en los juegos de rol.
Cositas que no me agradaron tanto:
No me gustó demasiado la elección de jugador inicial al azar cuando ese jugador, así por la cara, pone a una familia senatorial con 10 puntos más de influencia en los dos primeros turnos (5 por Cónsul de Roma + 5 por Censor), una ventaja que creo podría solucionarse de forma elegante con una subasta para ser el primer Cónsul de Roma, teniendo que pagar un tributo cada turno en la fase de ingresos hasta que saldes la deuda de lo pujado. Además, para el jugador al que le toque "en suerte" el cargo también es un problema, el resto no lo va a proponer para un nuevo cargo en muuuucho tiempo, no sea que acumule demasiado poder.
Los dados con números romanos son un infierno, por favor la próxima partida dados con puntos o números árabes de toda la vida. Identificar de un vistazo rápido si es un IV o un VI en un dado que puede caer como le venga en gana es una pesadilla, sólo aceptable para maestros del Brain Training.
Lo de las ruedecillas en las cajas de tesoro de facción para indicar los votos en el senado es una pequeña chapuza y un coñazo, menos mal que el dueño del juego se había currado un track donde llevar esa puntuación.
Como veis, pequeños detalles que no afean el conjunto en un juego tan particular.
Lo que sí se me hizo un poco cuesta arriba, sobre todo en la segunda mitad de partida, fue la elección de cargos cada turno. Hay que hacerlo, lo sé, los cargos no pueden durar más de un turno y es importante en el juego, pero esa parte se me hizo muy repetitiva, a veces la afronté casi con desidia. Cónsul de Roma, Cónsul de Campo, Censor, una y otra vez. Ahora que lo pienso tenía que haber votado más a menudo en contra para ver si alguno de los demás se animaba a secundarme y la líabamos parda. En fin, ya veremos en la próxima partida.
Os recuerdo que República de Roma fue digno candidato a mejor juego del año en el 2º CiB. Los amigos de Lex Friki Malacitana hicieron un estupendo alegato del mismo aquí, ahora, tras jugarlo estoy totalmente de acuerdo con ellos en su apreciación de que República de Roma es un juego que transmite cosas.