10 mayo 2012

Diario de un Papá Jugón (3 semanas y 3 días)

- Papá, yo jugaría esta adquisición.
La vida te cambia cuando eres papá, qué tópico. Pero leches, es cierto, nadie puede imaginar cuánto, aunque lo intentes con tanta fuerza que te vayas la pata abajo, es tal la diferencia entre tu vida antes y después que realmente hay que tener muchísima imaginación para vislumbrarlo. Reconozco que yo no fui capaz. Y estamos hablando de cambios en cosas tan cotidianas como dormir, que si hablamos de aficiones, como los juegos de mesa, el terremoto es de grado 10 en la escala de Richter, con maremoto y tifón incluidos; ¿Japón?, ¿Indonesia?, tembleques sin importancia en comparación.

Bruno supera las tres semanas, 1 Kg. de más que se nota en el brazo, unos cuantos llantos en su corta historia, algunos tan gordos como él, y horas y horas de dedicación de su papá y su mamá. Es lo que toca, te dices a ti mismo y te dicen una y otra vez, no ha pasado mucho y ya son un recuerdo lejano los días en que Bel y yo nos sentábamos a jugar una partida improvisada, o las noches de viernes con una sesión interminable de juegos, o los miércoles bélicos que no fueron muchos pero que dejaron tan buen sabor de boca. Hoy por hoy todo eso es un poco más difícil, no imposible si uno le pone ganas, y creo que de eso los LudopÁticoS tenemos para regalar.

En estas tres semanitas, y un poco más, mi bagaje lúdico ha sido escaso pero no extinto, la glaciación Bruno no va a poder con este dinosaurio lúdico que se resiste a congelar del todo sus momentos de partida. En mi currículo como papá jugón tengo ya que: he podido organizar una sesión de sábado (que os conté aquí), por la tarde, antes del baño por supuesto, trabajo que le toca al que escribe todas las noches sobre las nueve; he jugado una partida con mamá a la versión para principiantes de 1830, ahí queda eso, para ir aprendiendo los entresijos de esta religión económico-ferroviaria. He jugado en solitario mucho más que antes. Agrícola, Le Havre, Yggdrasil, Forbidden Island o London -con la variante esta- son mis vicios últimamente. Y no me quejo, de hecho ya os he dicho alguna vez que me encantan los juegos en solitario -acepto recomendaciones de todo tipo y recomiendo mucho todos los que he citado antes-. Ya tengo en el punto de mira Friday y ando estudiando el Runebound, como digo, acepto sugerencias.  

Otra cosa que me han cambiado mucho también son mis hábitos de lectura jugones, los no jugones ya ni os cuento. Ahora me queda menos tiempo, obvio, y estoy mucho más cansado cuando llega la noche, también obvio. Se acabó eso de leer manuales de reglas hasta decir basta, prefiero aprovechar para dormir antes que el peque vuelva de sus cortas citas con Morfeo, quien lo diría de mí, un noctámbulo profesional con toda una vida de experiencia nocturna. Aun así no he abandonado del todo la buena costumbre de empaparme de reglas, lo único que ahora ya no lo hago de forma compulsiva, mira tu por donde igual Bruno me ha curado de una tara mental. Y esta creo será la causa por la que próximamente no comparé al ritmo que hasta ahora. Suelo ser muy tiquis-miquis y leo mucho sobre un juego antes de incorporarlo a la colección, sobre todo para minimizar las posibilidades de que salga rana, cosa que a veces, ni por esas. Ahora leo menos así que compraré menos, paso de piscinazos.

Pensándolo bien es también porque en pañales se va un sueldo, estoy barajando la posibilidad de crear un juego cuyo componente principal sea los pañales usados, podría producirlo como para exportar a China. Otra cosa será que lo dejen entrar los controles sanitarios del país porque madre mía que pasteles, repostería fina, fina.

Ahora, eso sí, mi vida es mucho más divertida y tiene más "salsita", Bruno es un tío con mucho sentido del humor y ya ha meado a su padre -pronto empieza- haciendo varias imitaciones perfectas del Manneken Pis; le ha hecho unas buenas cacotas aprovechando la falta de pañal, libertad creativa en toda regla; ha jugado su primera partida a Agrícola como bien podéis ver en la foto del comienzo -en ella me ayudó a tomar la difícil decisión de que adquisición menor jugar-. Además me animó mientras jugaba a Yggdrasil, que dicho sea de paso lo jugué por primera vez de pie, y es que los jaleos del pequeño dios nórdico venía desde mi barriga, colgando de una de esas mochilas que nos dejan como un canguro y que a Bruno le flipa.

En fin, convivir con Bruno está siendo un placer, es un solete, se porta de maravilla y hace que me olvide de los juegos de tablero cuando me reconoce, gira la cabeza al sonido de mi voz o se queda dormido sobre mi.  Son momentos en los que ciertamente esta queridísima afición nuestra pasa a un enésimo plano y no queda en mi cabeza espacio más que para él.

Continuará... (espero que os guste la nueva sección porque voy a dar guerra)