A la mayoría de los jugones y jugonas que conozco nos encantan los juegos en los que hay mil formas de puntuar para tratar de adivinar cual es la óptima en cada momento. Esto abre muchísimas posibilidades y es eso precisamente lo que nos gusta, se nos deja seguir diferentes estrategias y no hay ninguna claramente ganadora. A los más novatos esta cantidad de formas de obtener la victoria les puede llegar a abrumar e incluso saturar, haciendo que rechacen un juego donde los objetivos de victoria son tan difusos: "vale, el que tenga más puntos de victoria al final gana, pero, ¿cuál es la mejor manera de obtenerlos?". Por eso creo que encajan mejor en grupos con no jugones aquellos juegos con objetivos claros y formas de obtenerlos bien determinadas.
La incertidumbre de no saber si realmente estas haciendo lo mejor es porque la misma acción no siempre genera el mismo efecto y puede verse, incluso en la misma mesa, como una mínima inversión reporta unos máximos beneficios mientras otra inversión del mismo tipo, pero mucho mayor, sólo da pérdidas -como leerás más adelante-. Como el resultado de tus acciones depende de muchos factores esto hace que no se baje la guardia hasta el final ya que en cualquier momento puede dar frutos la estrategia que se pensaba marchita.
Lo que me apasiona de este universo lúdico que habitamos, donde dos más dos no siempre es cuatro, es que tres camellos pueden conquistar el mundo.
Abrimos la tarde con un plato fuerte, Ricochet Robots, donde dejar nuestras neuronas. Una de las grandes bondades de este juego es su ilimitado número máximo de jugadores además de ser perfecto para cuando no hemos llegado todos dar tiempo a los rezagados, que, en cuanto llegan, pueden incorporarse a la partida sin problema. Esas son las bondades, ahora la pega: al margen que te puedan gustar más o menos los juegos de puzles, la contra que más reclamaron los asistentes es el silencio que se forma alrededor del tablero de RR, todos estamos pensando en el mejor movimiento, lo que reduce la charla, la interacción y el cachondeo a cotas inferiores a cero. Para mi no es un problema, pero es verdad que es el efecto que produce y puede no gustar. Aún así, agradó a la mayoría.
Hacía mucho tiempo que Fearsome Floors (Finstere Flure) no veía mesa y es una pena porque es un juego muy divertido. Hay que usar la neurona y además el puteo entre jugadores más directo no puede ser, carcajadas aseguradas. Y así fue, menudas risas que nos echamos...los primeros 40 minutos de partida, los otros 40 la cosa decayó bastante concluyendo que este juego a 7 es demasiado largo y verificando, una vez más, que no lo que diga la caja es lo mejor para el juego. Puedes tener una perspectiva del juego leyendo nuestra reseña aquí. El juego se divide en dos partes, en la primera si el monstruo alcanza a alguno de los personajes estos vuelven a la salida -como si huyeran asustados- pero pueden volver a entrar en juego, durante la segunda parte, en cambio, el monstruo se come definitivamente las fichas a las que alcance y salen fuera de juego. Para jugar con muchos jugadores incorporaría como regla casera que se empieza directamente en esta segunda fase de juego. De acuerdo que es más sangriento, más cruento e igual más injusto, pero los laberintos llenos de monstruos nunca han sido fáciles, el juego se acorta y quizás podamos jugar dos partidas donde antes jugábamos sólo una.
LudopÁticoS: Maskleto, Ale, Juanjo, Kiko, Fran, Carlos, Miguel y Dani [02.04]
Ricochet Robots (1 Partida)
7 Wonders (2 Partidas)
Fearsome Floors (1 Partida)